Muy cerca de la actual bodega se extiende una pequeña y apreciada parcela de viejas cepas de tinto fino. De sus uvas, vendimiadas a mano, grano a grano, elaboramos Doroteo.
En Doroteo late una energía singular.
Las raíces, muy profundas, parecen dar a las vides concentración y
equilibrio de matices. Es un vino maduro y fresco a la vez, paradoja que
solo resuelven los viñedos más antiguos y bien manejados.
La fermentación con levaduras autóctonas permite conservar la máxima expresión y tipicidad del origen.
Una larga crianza (36 meses en barrica de roble francés y al menos
otros 24 meses en botella) ofrece un vino elegante y potente, exponente
de clasicismo y de larga vida. Lo disfrutamos recordando el legado de nuestro abuelo y brindando por este cuarto de siglo que tantas satisfacciones ha traído.