Elegante abanico aromático en el que el aporte frutal de la fresa y frambuesa madura se ve ensalzado con aromas de clavo y nuez moscada, hojas de té, cueros finos y grafito. En boca, se trata de un vino profundo, fresco y refinado; con un largo final y taninos aterciopelados. Si hay algo que destaca en este vino, es sin duda el impecable equilibrio entre todos y cada uno de sus componentes. "La excelencia de la añada 2010 nos ha concedido un Castillo Ygay que creemos será inolvidable"